En Reflejos en un ojo dorado, Carson Mccullers nos da la posibilidad de entrar a un mundo desconocido para la mayoría de nosotrxs: una base militar.
El perfil de lxs protagonistas se da potentemente hacia adentro: sus propias tensiones van eligiendo a sus contra-figuras. De este modo, la autora nos hace un paneo cinematográfico enfocado en cada una de esas tensiones, que son: la pulsión latente del desamparo, el vacío, el deseo, la conformidad, la venganza, la nada, la huída y los anhelos.
En esta novela se desmonta magistralmente una sociedad que aún en tiempos de paz, lleva la guerra a sus sillones. Como si la guerra o su vivencia se volviera cotidiana y agazapada en cada guiño de esa dulce armonía, y de un momento a otro sacara el sable para decir: «nunca me fui».
Carson es la gran escultora en la literatura norteamericana. Quizás el Sur, de donde provenía, le permitió saber leer con mayor claridad los perfiles abyectos y expulsados.
En estos hilos, el soldado Ellgee Williams, el capitán Pederton, su esposa Leonora, el mayor Morris Langdon, su compañera Allison, y el asistente de ella Anacleto, el Filipino, nos invitan con sus rostros a zambullirnos en este Ojo Dorado.
Brenchx, encargadx del Sector Osados de La Libre

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