¿Cómo se escribe la ternura? ¿Cómo se deletrea, se hace cuerpo o palabras o libro?
El lenguaje del que está hecho Sofoco de Laura Ortiz Gómez, aun cuando sea ficción, es selva, montaña, viaje, territorio adentro, dolor, ausencia y silencio, sobre todo silencio, decir lo que se escapa, la realidad colombiana que siempre ha estado ahí, atravesada por conflictos que aún no se reparan, que lamentablemente, siguen siendo.
El valor de este libro, que haya sido editado en la Argentina, es increíble, es hermoso, es una apuesta y la respuesta a un pedido: más literatura colombiana por favor. Las confesiones en esta narrativa, las provocaciones, dejan la piel erizada; un espejo, un puñado de imágenes e historias que instan a no olvidar.
Los márgenes que repone Laura Ortiz no son una recopilación común, son un acierto que sin dar por sentado nada, nos agarra de la mano y nos lleva a otro lugar, a muchos lugares, abismos que nos miran a la cara y nos hablan, vidas poco comunes, casi invisibles de las que tal vez se alimenta día a día la supuesta parsimonia de todo un territorio.
Esperamos que esta lectura sea contagiosa, que llegue, les cale y les invite a leer.
Esto no es una recomendación que implica todas las lecturas del año y aun así es hermoso que en la última entrega se conjugue con tanta naturalidad con una autora del país de donde vengo, un libro que llegó gracias a la recomendación de otro librero colombiano, Carlos de Garabato Libros, con el que tomamos café y estuvimos horas hablando sobre el oficio y las potencias editoriales, lectoras, de cada lugar. Coincidimos en recomendarnos lecturas de libros que en ese momento solo estaban en cada lugar, allá y acá, y en la promesa de leerlos una vez llegaran, cada quien tomó nota y quedó tendido un puente, una promesa de más lecturas.
Reseñó: Adriana Mendoza
La Libre 