Uno de los problemas que enfrentamos lxs librerxs es cómo ordenar los libros; se deben crear secciones para hacer más practico el trabajo. Pero, ¿cómo creamos las secciones? El criterio dependerá del perfil de cada librería y, por supuesto, de los gustos de cada librerx.
En nuestra libre son recurrentes las discusiones acerca de dónde colocar cierto libro. Porque muchas veces el sentido literario o filosófico del libro es más fuerte que la necesidad práctica del librerx.
Todo libro que llega es sometido a cierta máquina encasilladora en cada librería que no quiera sucumbir en el caos. Y así sucedió al recibir la novedad de ediciones la parte maldita: Habitaciones de Emma Barrandéguy, una prolijísima edición de tapas blancas con letras negras y doradas, con un delicado laminado sectorizado en el centro. En la contratapa nos encontramos con un enigmático mensaje de María Moreno y, debajo, con una sinopsis editorial que versa:
“Habitaciones es una obra que puede leerse de múltiples maneras: como un retrato y testimonio de época; como un ejemplo de feminismo avant la lettre; como un recuerdo de provincia; como una autobiografía; como un eco de discusiones e intercambios intelectuales que describen a la cultura argentina”.
Para la librería, lo más práctico sería colocar Habitaciones en narrativa argentina, por orden alfabético, pero nos resistimos a acotar tan fácilmente a este libro que se presenta a sí mismo como muchos libros a la vez. Además, como piensa la protagonista en el primer párrafo, cualquier decisión sobre el orden de los libros puede ser criticable; lo importante no es dónde estén, sino cómo encontrarlos:
“…decidí arreglar el estante de arriba de la biblioteca, poniendo juntos todos los libros que quería tener a mano. Es claro que quizá me criticarías que al lado de El juguete rabioso pusiera el Baudelaire de Sartre y al lado de éste Siddharta y más allá el libro de Simmel sobre la moda. No hay razones que guíen lo que hago. Pero lo importante es que di con la selección de poesía estadounidense que me dedicaste y que sabía que por allí andaba.”
Le está hablando a Alfredo Weiss, traductor y colaborador de la revista Sur: “Él [Alfredo] es como el hilo conductor de mi vida, una especie de cuerda tensa de la que penden ropajes diversos, una especie de horizonte…”. Alfredo es el destinatario de todo lo que Barrendéguy cuenta: lo que le aconteció en la vida desde sus días en Gualeguay hasta como fue ingresando en la vida cultural porteña de los años 40´ y 50´; su casamiento con un acróbata de circo estadounidense; su relación con Natalio Botana o Salvadora Medina Onrubia (de la que fue secretaria); sus encuentros amorosos con Florencia o Angélica, y lo vivido con el mismo Alfredo.
Habitaciones es un libro maravilloso también por esta dificultad para encasillarlo. ¿Dónde colocarlo, entonces? ¿En Narrativa argentina, por la “b”? ¿En Historia de la intelectualidad argentina? ¿En un eventual estante de bisexualidades? Podríamos inventar secciones como Novela epistolar, Crítica al matrimonio o Prologados por María Moreno… Lo mejor, para libros tan especiales, es seguir el criterio que la misma Emma nos sugiere: ponerlo en el estante de los libros que queremos tener a mano. Así que ahí estará, en la sección más a mano de la librería, la mesa de recomendados.
Editado por La Parte Maldita
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