Huelga de masas, partido y sindicatos; Rosa Luxemburgo

Vivimos en un sistema político-económico dominado por un poder inalcanzado, una y otra vez, por nuestros votos. La democracia burguesa es un eufemismo que oculta el ejercicio de la fuerza sobre el pensamiento y el régimen de trabajo que nos domina. Hubo una época, a principios del siglo pasado, en que el mismo sistema político-económico opresor fue puesto en cuestión masivamente. Una de las líneas que más me llamó la atención de este libro se refería a la identificación de millones de personas con la pertenencia a una clase social, lo que significa que todas pertenecían a una misma realidad de la que se sabían parte. Las líneas son asombrosas, pero en esta época que nadie conoce bien y que sin embargo padece los mismos yugos de nuestra eterna historia, parecen del orden de la ficción y no de una posibilidad política: “Este despertar de la conciencia de clase se manifiesta de inmediato de la manera siguiente: una masa de millones de proletarios descubre repentinamente, con una agudeza insoportable, el carácter intolerable de su existencia social y económica, a la que estaba sometida desde hacía decenios bajo el yugo del capitalismo”.

Este libro está poseído por el fervor de una convicción que se ha perdido hace tiempo en experiencias políticas complejas que quedaron como fracasos en nuestras memorias e inconscientes colectivos (memorias e inconscientes colectivos que no vemos y que condicionan nuestras maneras de pensar): la convicción de que es posible conformar una conciencia colectiva de los verdaderos problemas que aquejan a la sociedad y que generan sus mentiras y sus injusticias, y la convicción de que es posible crear una voluntad colectiva que derribe los poderes que se esconden detrás de esas mentiras y de esas injusticias y que convierta a la sociedad, si no en un paraíso, sí al menos en un lugar más transparente y que tienda honestamente a un orden justo.  

El núcleo del análisis del libro y su énfasis está en la huelga de masas. Rosa Luxemburgo, como todo revolucionario genuino, buscaba (como en la edad media se buscaba la piedra filosofal, cuando el ser humano no creía en el ser humano sino en invenciones metafísicas) el hecho que pudiera comunicar eficazmente a numerosísimas conciencias dispersas y engañadas y que de esa comunicación surgieran otros hechos más extraordinarios aun, pero sobre todo uno: el derrocamiento del poder que mantenía dispersas y engañadas a esas conciencias. En esa época, la militancia consistía esencialmente en identificar a los poderes que debían ser derrocados para que la sociedad fuese transformada, y en pensar tácticas y estrategias para producir, primero, ese derrocamiento, y luego esa transformación. Rosa Luxemburgo veía en la huelga de masas ese punto de confluencia de numerosas conciencias que, estratégicamente, podía dar cohesión a las aspiraciones de justicia y de libertad a millones de personas. Las huelgas de masas de Rusia eran un ejemplo, extensible a otros países, como la guerra de guerrillas también lo era, según el Che.

Este libro está dominado por un afán analítico que hoy falta: el afán de apreciar con éxito el estado de las conciencias y su relación con los hechos objetivos a fin de que esas conciencias puedan unirse, ver esos hechos y transformarlos. Hoy abundan los libros analíticos, pero su orientación no es el de este y otros de Rosa Luxemburgo, fervorosa de prácticas revolucionarias, decidida a indicar cuáles son los actos que hay que acometer para revolucionar a toda una sociedad y participar de ellos. Hoy abundan los libros que analizan los ejercicios del poder que sostienen al capitalismo y que a su vez este promueve (a fin, claro, de sostenerse), pero rara vez se ve alguno decidido, como el de Rosa Luxemburgo, a promover actos con la esperanza de que el congreso y los cuarteles y los monopolios caigan bajo su propio peso opresor. Pareciera que sus autores ignoraran el significado de la acción, y que sin la acción (en este caso, la acción transformadora) ni las comunidades ni el mundo ni el universo tienen sentido. Se regodean en el análisis, como un novelista se regodea con el sufrimiento de sus personajes, acaso porque la transformación social en el fondo no les importa tanto o no les importa en absoluto y prefieren su lugar de intelectuales en una sociedad sufriente. Por todo ello, este libro de Rosa Luxemburgo, independientemente incluso de sus apreciaciones acerca de cuáles son las prácticas más eficaces, es un libro necesario. Lo es este libro, y lo es ella como ejemplo.  

Editado por Siglo XXI

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