Este libro reúne la poesía de Roberta Iannamico publicada e inédita hasta hoy (2021). Su compilación en un único libro nos permite recorrer la poética de una escritora que desarrolló con los años una voz propia, particular y reconocible; a la vez, su voz es la de las cosas, las células, los átomos y los elementos del mundo. En sus poemas hablan las piedras y suenan los pájaros.
En el prólogo, Fernanda Laguna nos dice que «Roberta se arrodilla frente a lo natural, lo mira, lo escucha, lo huele sin tratar de traducir para que los elementos le manifiesten sus nombres, algo así, como universales».
Son poemas de versos breves, casi sin yo-poético explícito, poemas como cuadros, retratos, fotografías de cámara analógica que atrapan un detalle que podría ser todos los detalles, una partícula que contiene la esencia de todo.
Poemas que parecen contados por niñes en un bosque o con olor a río que pasa por una ventana. Poemas, poemitas, como mamushkas que se parecen, se tienen, y dentro de una y de la otra llegan al centro de algo importante y simple.
Dado el carácter mítico e inconseguible de sus primeros libros (fotocopias, fanzines, plaquetas, hojas abrochadas con amor) este libro es una perla que al fin sale a pasear a nuestras bibliotecas, para que la visitemos siempre, para que la leamos entre amigues y amantes, para hacernos reír y emocionar con sustantivos comunes, casi sin adjetivos complicados, para volver a la vida y verla color de rosa, verla y encontrarla llena de poesía.
Reseñó: Anshi Moran
