Cenizas de carnaval de Mariana Travacio
Lo primero que percibí al abordar este libro de cuentos de Mariana Travacio fue la potencia de una voz que indudablemente estaba lograda. Entonces, pensé que me estaba adentrando en un buen libro de literatura y que la voz es un elemento indispensable, esencial, de toda obra que quiera ser literaria; es el elemento que nos introduce, o no, en una historia.
En el caso de este libro, me introdujo de inmediato. Me di cuenta, luego, de que estas voces construían personajes vívidos, que estaban hechas de pasiones intensas que determinaban el comienzo y el final de cada historia. Luego observé que lo mejor de la tradición literaria del cuento había sido recogido en estos relatos.
Poe pensaba que los cuentos deben escribirse en función de las dos últimas líneas. Cabe preguntarse por qué. Un cuento, de algún modo, es una revelación. Es, quizá, la revelación de una vida a través de un instante, o de algunos instantes que la representan. De pronto una situación, o el vislumbrar algún rasgo antes oculto de una situación, nos descubre un elemento esencial de una vida, de una sociedad, de una época, de una clase social, o de algún otro rasgo que nos configura. Lo que el cuentista hace es trazar el camino hacia ese descubrimiento. Los cuentos de Mariana Travacio son, efectivamente, el descubrimiento de aspectos esenciales de nuestras vidas a través de esta forma literaria.
Certeza de lo inmóvil puede ser una buena manera de mostrar los hilos que psicológicamente nos ligan con problemas metafísicos. Podríamos pensar que, de hecho, las dos partes de que consta el cuento pertenecen a estos dos ámbitos: la primera metafísica, la segunda psicológica. Me pregunto si un problema metafísico que desemboca en una tragedia psicológica no representa el drama de nuestras vidas: ¿no son los problemas insolubles, por ejemplo el del tiempo, problemas que fueron originados y que existen en nuestro pensamiento?
En Es de noche y en la otra orilla asistimos al tema de la alienación. Es interesante el fenómeno de la conciencia en la literatura. ¿Cómo sabemos en un relato en primera persona que estamos ante un personaje alienado por la rutina del trabajo? A través de la voz de un empleado que sufre una alienación histórica y colectiva, conocemos los detalles de una vida perdida en un trabajo rutinario y absurdo. Pero precisamente la triste conciencia de este hecho está en el lector, no en el personaje, y es precisamente esta ignorancia del personaje con respecto a sí mismo, lo que le da la conciencia al lector.
Habíamos dicho que el personaje de este cuento sufre una alienación histórica y colectiva. Es que en su voz (y esta es otra virtud del cuento) percibimos la voz alienada de todos los empleados del capitalismo. Me parece un enorme acierto el adjetivo con que el cuento se termina. Que el cansancio que siente el personaje sea milenario, le da repentinamente al lector la idea de que la situación del personaje es la situación que hace siglos vive una humanidad que solo periódicamente cobra conciencia de sus problemas y que nunca logra solucionarlos.
Un complemento similar a ese adjetivo, también vinculado al tiempo, encontramos en Los Osorio. El cansancio del protagonista de Es de noche y en la otra orilla es milenario; la risa con que concluye el cuento Los Osorio, es “una carcajada majestuosa, como de hace siglos contenida”. Esa imagen temporal que se añade a la risa nos sugiere que en esta historia hay hilos que unen sus rasgos a los rasgos de la historia universal, desde sus tiempos más antiguos. El tema es sencillo, y acaso sea el centro de todo tema desde los tiempos más remotos: la felicidad. Mejor dicho, su tema es, y por qué no el de toda literatura, la infelicidad. El tratamiento del tema, podríamos decir, es algo enigmático. Los sucesos narrados desembocan vertiginosamente en la irrupción de una infelicidad irreversible y de origen desconocido, en la que queda sumida toda una familia.
El cuento Matriz presta la voz a una infancia. El saber de esta voz es un saber implícito, perturbador, trágico, y muestra toda la lucidez y la potencia y la fragilidad y la limitación de un momento esencial y determinante de la vida. Esta voz, que de principio a fin sabe y no sabe, es una eficaz reconstrucción de la sabia inocencia de los niños.
Certeza de lo inmóvil, el cuento que da el título al libro, trata también de la alienación, pero en este caso de un jefe que, hablando con uno de sus empleados o, mejor dicho, haciéndole rendir cuentas de su ausencia en la empresa, descubre que no es feliz, y que acaso su vida no valga nada.
Cantero es una narración también en primera persona. La intención de ese recurso, creo, es que el lector descubra progresivamente la tragedia que se esconde detrás de una voz que responde a una interpelación policial. La tragedia o el crimen. Ante esa disyuntiva ética y existencial queda el lector tras leer esta historia.
El cuento El hombre de la multitud, de Poe, puede ser el símbolo de un sistema social que crece monstruosamente y aleja cada vez más a las personas, hasta el punto de que las realidades centrales de nuestras vidas se vuelven incomunicables. La literatura, en este libro (como en los buenos libros de literatura) es una indagación de esas realidades.
Martin Marchione
