Ciencias de la vida, de Joy Sorman

Las ciencias naturales, y en particular la medicina, adoptaron un paradigma que soslaya o ignora todo lo que no es materia o lo que no es visible. Quienes fueron parte de esa elección suponían que podían abordar, de ese modo, eficazmente la realidad, y aún llegaron a creer que la realidad sólo era abordable desde ese concepto. Han pasado siglos y ese paradigma, excepto en la física (que paradójicamente impulsó ese paradigma), prevalece. Si, con Borges, pensamos que la tradición la crean los lectores retrospectivamente, podemos decir que la novela que hoy comentamos se inscribe en la tradición narrativa que burla ese paradigma y muestra que la realidad está hecha esencialmente de cosas que no son materia y que no son visibles.

Este libro, irónicamente, se llama Ciencias de la vida. La ironía del título muestra oblicuamente que las ciencias de la vida, desde su paradigma, son incapaces de dar respuestas que descifren las historias de dónde venimos y las que inconscientemente repetimos o modificamos. La contratapa resume así la trama de esta novela:

Ninon Moise está maldita. Su madre Esther también, al igual que todas las primogénitas de su familia desde la Edad Media. Cada generación está marcada por una enfermedad, dolencia o achaque singular: una de sus antepasadas fue la paciente cero de la peste danzante de Estrasburgo en el Siglo XVI. Ninon ha crecido reconfortada y fascinada por esta fábula de extraños e inexplicables misterios médicos, contada un sinfín de veces por su madre desde su infancia. Sin estar del todo convencida, Ninon presiente que en algún momento podría formar parte de la maldición familiar. En efecto, su entrada en esta letanía de males aparece de repente una mañana en forma de un ardor insoportable en la piel, desde las muñecas hasta los hombros.

Con una inteligencia y determinación feroces, esta joven parisina de 17 años se embarcará en un vertiginoso y desesperante ciclo de médicos, especialistas, procedimientos, agujas, escáneres, terapeutas que la enfrentará con el marco limitado y en ocasiones discriminatorio de la institución médica, hasta el punto de verse consumida por la necesidad de recibir un diagnóstico y encontrar una cura para su dolencia, mientras su vida se desmorona.

En La montaña mágica encontramos pacientes que quieren tratar dolencias determinadas y se quedan para siempre en el misterioso sanatorio de aquella montaña. Lina Merruane, en Sistema nervioso, intenta descubrir las herencias familiares a través de la historia clínica de su familia. Joy Sorman, en esta novela, intenta quizás profundizar el divorcio entre las “ciencias de la vida” y la vida espiritual que condiciona la vida de las personas. Las ciencias de la vida, si pretenden entender de qué se trata ésta, no pueden ignorar los sueños, los deseos, la vida emocional, los condicionamientos sociales y todos los otros condicionamientos que por lo general funcionan en lo inconsciente y que explican muchas veces las dolencias y los padecimientos y las conductas. Ninon Moise, la protagonista de esta novela, es quien encarna este drama y todas las contradicciones que acarrea.

Reseñó: Martin Marchione

Ciencias de la vida, de Joy Sorman; editorial Sigilo.

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