Les compartimos el prólogo escrito por marie bardet del libro «Romper el corazón del mundo. Modos fugitivos de hacer teoría» de val flores.
*
Hacer un hueco, hacerse un huequito en el tiempo, para meterse entre el monte tupido de la lengua lesbiana y sureña de val flores; un hueco para leer un libro que fuerza a un destiempo de la inmediatez de la información y de la comprensión, tan instantánea como las sopas y los fideos, que reina sobre las comunicaciones. Fabricarse para y en la lectura un tiempo a contra-tiempo de las redes sociales y de la sincronía por cámara en las que se en-red-aron nuestras vidas desde hace tiempo, y más aún en un año pandémico del todo online. Suspender un poco el ritmo, cortar un momento con la vorágine de los mensajes, acompasar la respiración que sostiene la lectura, agujerear con ese gesto algo del corazón del mundo para cavar ahí mismo un ritmo sanguíneo que pueda soportar la consistencia lenta, atrasada y rezagada de una voz cuyo latido sostiene un vivir en diferido en el fracaso lésbico del tiempo.
Esa lentitud, ese atraso, ese rezago, si perforan –tal bicho taladro– el mundo ampliamente asfixiante en el que vivimos, es bien lejos del gran elogio a la comodidad de la vida sin prisa, de cualquier sonrisa beata celebrando una felicidad obligatoria, o de la programación asegurada y exitosa de una vida zen. La escritura de val flores instaura, más bien, una temporalidad que sabe y saborea la velocidad sin crono-logía del relámpago y la lentitud dérmica del lagarto en la piedra. Instaura una duración, con la quemazón intempestiva de una lengua paradójica que ralentiza acelerando y acelera ralentizando, rasgando todos los cronómetros, las agendas, y los relatos evolutivos en un gesto escritural de sabotaje temporal. Como quien metería un zueco (en francés: sabot que se encuentra en la raíz de sabotaje) de palabras en la maquinaria de la fábrica del tiempo «recto» y «hetero» y sus engranajes cronológicos de mediciones de eficiencia y rentabilidad (para traer aquí una imagen bizarra directamente salida de un territorio imaginario ecléctico donde se superponen lesbianismo decimonónico dandi, archivos obreros, fantasías revolucionarias: la de aquellxs luditas destruyendo las máquinas que hilaban la muerte fabril del gesto artesano, o la del proletariado metiendo sus zuecos de madera en las maquinarias de las fábricas capitalistas).
Una escritura lesbiana y del sur como procedimiento íntimo que instaura una temporalidad trastocada, espesa y oblicua, forzando a hacerse un huequito de lectura para seguir los diferidos vitales de una escritura que sigue algunas contracorrientes recolectando los cadáveres de las figuraciones vitales y políticas entumecidas por los tiempos lineales, patriarcales, coloniales. Es decir, deshace uno a uno los hilos de las trampas mortíferas tendidas por aquellos relatos del éxito, de la evolución iluminada y del progreso meritócrata de sujetos cada vez más aceptables, y apuesta al tiempo fulgurante de una escritura a destiempo como gesto político y poético, que le disputa en su exigencia de lectura a la crono-logía hegemónica y abre otra dimensión temporal en la experiencia, siempre somática, de lectura. Como esos caballos árabes cuyo paso veloz es una suspensión en el aire, escribe como cabalgaría, con la fulgurancia excrementicia de una lombriz y la velocidad inconmensurable de la suspensión temporal del galope.
La escritura se hace en la lectura, dice val flores en este libro. Este hueco que nos hacemos para leer abre, junto a esta temporalidad a destiempo de la lectura, nuevos surcos en la escritura de cada unx. Si la lectura no deja intacta la escritura, se contagia aquí en el contacto con el trabajo de des-composición de una escritura que fermenta, en estos textos tan teóricos como vitales, palabras ex- y com-puestas con la fuerza vulnerable de quien sostiene, pertinaz, un acto extremo de confianza radical: la escritura –es decir también el cuidado de sus modos y escenas de enunciación– puede «cambiar el mundo»(1). O más precisamente puede romperle el corazón, como propone el título que parafrasea a Dorothy Allison: Romper el corazón del mundo, en quiasmático contrapunto, no es solo derrumbe y destrucción de las escrituras, teorías y afectos que organizan el presente constituido a la fuerza como exclusivamente heterosexual bajo la razón colonial capitalista y racista. Es, a su vez, una composición inédita de relaciones, un puente a una implicación sudorífica en los meandros del lenguaje para la extenuación de sus resonancias imprevistas. Porque la división epistémica clásica entre teoría-práctica ha sido un programa político y somático de normalización que nos ha distanciado de nuestros propios cuerpos como ejercicio de saber. No se trata de revelar o desocultar, sino de crear y producir un agenciamiento del deseo teórico, pedagógico, sexual y político para construir micropolíticamente disposiciones imaginativas que desprivaticen la invención epistémica y desafíen los límites de las habituales definiciones normativas del hacer/saber.
Entonces, con sus terremotos sublinguales en el campo sensorial con el que veníamos percibiendo el mundo, con sus rasguños narrativos al gesto repetitivo de obediencia que fabrica las lenguas, los cuerpos y sus relaciones, este enjambre de textos se mete en los debates teóricos y políticos con la lengua caliente y mineral de la poesía y opera allí una perturbación climática y sanguínea de las palabras. Se mete, también, bajo la piel, en las venas, entre las articulaciones, hasta desestabilizar el gesto de escritura que acompaña, o sigue, la lectura: sea un mensajito de amor, sea algún trabajo académico, sea una poesía, sea un manifiesto, sean las páginas íntimas de un diario, sea el guión de una performance, sea un programa de seminario, sean las notas de un curso, sea un silencio masticado, o sea la mezcla abigarrada de cualquiera de estas escrituras. Este libro invita a exponerse a otra lengua que se inmiscuye en nuestras relaciones más íntimas y públicas, más calientes y desencantadas, más performativas y cercadas que sostenemos –y que nos sostienen–, con las palabras. ¿Habrá, en este pacto silente, efímero e insolente que instaura quien lee con quien escribe, un compartir la confianza terca en los efectos alquímicos de un trabajo de orfebrería de las palabras y en la poesía como artilugio de des-construcción de los conceptos?
Preguntas que agujerean
Romper el corazón del mundo agujereándolo con preguntas incómodas. ¿Habrá en el hoyo, armado por los signos de las preguntas que pueblan el texto, una figuración posible de este hueco para leer? Ensaya la pregunta como un decir que deja espacio para oír. En cada pregunta, entrena un escribir que se deja agujerear por las direcciones en las que hablar y en las que no, por las corrientes de viento a las que escuchar y a las que no. A lo largo de los textos, ejercita la pregunta de quién habla en complicidad con el oído interno y sus huecos laberínticos entre cuyos canales se deslizan los cristales con los que nos vamos des-orientando. En la cocina de su escritura, la pócima de las preguntas es antídoto contra la voz segura de sí misma y elixir con efectos de un pensamiento que sostiene la escucha y la pequeña respiración silente antes de tomar la palabra.
Así, con su artesanía de la pregunta, val flores desvía el tono declarativo hacia la interrogación y tuerce el gesto de interpelación exclamativa, que funda muchas teorías de la subjetividad política con Althusser y muchos pensamientos políticos después, en una práctica de la interrogación. Esa palmadita de reconocimiento en la espalda que constituye el sujeto siempre encarnado en relaciones y gestos se vuelve aquí cimbronazo y vértigo, preguntas que sacuden, interpelación que des-orienta, huecos en los que se apoyan los procesos de subjetivación a tientas, y las teorías y prácticas de des-identidades oscilantes y situadas.
En su arte del interrogante pertinaz, desenvuelve un trazo sombrío que recoge las experiencias políticas, las prácticas activistas y pedagógicas de producción de subjetividades en proceso constante de re-situación y de des-orientación. Entre las páginas del libro, esta práctica de la pregunta como modo vital y poético
de quien (no) sabe que pararse a hablar puede ser resquebrajar el ideal de la verticalidad falo-logo-heterocentrada, funde el hilo de una escritura al ras del suelo y del horizonte a la vez y remueve los tonos de voz seguros de sí mismos, haciendo lugar a los destellos claroscuros que emergen en los márgenes del monumentalismo y de la épica de los sujetxs bien paradxs. Su escritura engarza con la alquimia pirotécnica de la pregunta las miles de otras posturas, afecciones y atenciones de quienes crecen como enredaderas, un poco de costado, un poco desbordantes, siguiendo tendencias oblicuas y torcidxs.
Con una epidermis política-escritural orientada por tropismos (2) y una persistencia telúrica de preguntas que labran una lengua cosida de relámpagos (3), esta fuerza interrogativa y su poética deseante configuran una política de la interrogación y una aisthesis agujereada de la subjetivación y de las des-identidades, que no parten del modelo de la gran conquista bípeda del sujeto erecto en su verticalidad, sino que siguen los rastros de los modos de deambular, de vagabundear, de moverse dilemáticamente… Así, la pregunta pertinaz se hace ejercicio sin promesa de una práctica somática en la que escribir, tomar la palabra, enseñar, aprender, crear, disputar, son procesos de des-orientaciones situadas, atenciones conjuntas a las prácticas de tocar, ser tocadx, derrumbarse, reptar, gatear, gemir, lamer, jugar, dormir, coger…
Palabras que operan
Modos fugitivos de hacer teoría toma la palabra como operación más que como homenaje semántico a una tradición o juego brillante en los tableros de la lógica gramatical comunicacional: «operaciones» como políticas de la lengua que apuestan por igual a efectos poéticos y teóricos en las dimensiones materiales, descriptivas, imaginarias y creativas de las palabras; «operaciones» porque se meten en la piel, intervienen los cuerpos o más bien sus relaciones pensantes; «operaciones» porque modulan, modifican, figuran las tramas sustanciales de lo sensible y los espacios que la imaginación política abre para lo vivible.
Lejos de armar operaciones de paz y regulación del pensamiento con nombres propios y mayúsculas, u operaciones de sanación e higienización del lenguaje con correcciones políticas, en este libro se convive con palabras que operan para desestabilizar los modos naturalizados de nombrar(nos), para incomodar las gramáticas normativas y los ideales alternativos, para habitar el desacuerdo, produciendo micro-deflagraciones como forma crítica de mantener vivo el pensamiento feminista que siempre es campo de disputas.
Así van las palabras estallando una cartografía afectiva e inconmensurable, en la operación política y epistemológica de la palabra sur; en la operación tipográfica y genealógico-política de la desmayusculización del propio nombre; en la operación in-memoriosa y desencantada de la palabra fugitiva en la historia militante de las disidencias sexuales en Argentina; en la operación estremecedora e interruptiva de la palabra gemido en la escuela; en la operación enunciativa y provocativa de la palabra prosexo en la academia feminista; en la operación contra-epocal y redistributiva de los campos de la teoría de la palabra lesbiana en el territorio queer; en la operación afectiva y vital de la palabra vértigo en las prácticas amatorias; en la operación ficcional y de supervivencia de la palabra exilio que se mete en la piel de la más reciente capa de escritura en tiempo de pandemia, cuarentena y prohibición del tacto.
Palabras que operan una transvaloración, una transmutación de todos los valores, «interrogante negro y tremendo que proyecta sombras sobre quien lo plantea, obliga a cada instante a buscar el sol y sacudir una seriedad pesada, una seriedad que se ha vuelto demasiado pesada»(4). Esa operación de un «filosofar a martillazos», herencia de un imaginario nietzscheano que sigue recorriendo la sangre de algunos de nuestros amores filosóficos, se encuentra per- y con-vertida aquí en los juegos intersticiales de las desa-filiaciones entre sus/nuestros bigotes (reales, pintados, crecidos…) y las (no) seriedades de un activismo teórico-político, que más que hacer resplandecer el gesto del brazo en alto del martillar para romperle el corazón al mundo, ensayan el gesto de termita que agujerea, ahueca, socava.
Imágenes que provocan
Las imágenes también hacen huecos, calentando, quemando, excitando, irritando esa piel con la que nos movemos en el mundo. En ese mundo precisamente situado en el sur y en lo lésbico –menos como un origen y su esencialismo geopolítico y sexual que determinaría lo que hay que pensar y cómo, que como una alerta necesaria a los juegos de visibilidad/invisibilidad y a los ideales de transparencia y claridad sellados a lo largo de una historia colonial-hetero-patriarcal en relatos machacados del «centro» y la «periferia»– la práctica fugitiva desarrolla una atención a los destellos claroscuros para pensar con los excrementos de la luz; más que una apología de las tinieblas, un habitar los desechos de esa luminosidad omnisciente, como un vagabundeo político que desiste de las certezas del resplandor.
Entre las luces espesas de los rayos oblicuos que llegan hacia el sur de una barda ventosa, val flores des-cose las figuras en creux, en «negativo» o ahuecadas entre las zonas de sombra y silencio de una historia del destierro y la matanza. Como en esos dibujos con lápiz en los que el trazo de un grafito hace aparecer los relieves de lo que está detrás de la hoja, hace aparecer los relieves y sus destellos sombríos a través de una práctica escritural que no omite las faltas, las fallas, los equívocos, las penumbras.
¿Cómo se de-pone un pensamiento cuando se vuelve sensible a las deflexiones de las imágenes y no solo a sus brillos y sus reflejos?, ¿cuando presta atención a los apenas rayos de luz que se escapan del juego de representación, a lo difractado y fragmentado que quedan los haces luminosos cuando pasan la nube espesa que rodea toda ola, por más brillosa y espectacular que sea?, ¿y cuando nutre entre los dientes apretados y los ojos de barro de río, una lengua cosida a relámpagos y una piel de cicatrices, atentas al limo de las imágenes del feminismo, a las cenizas que quedan de las ruinas entre las que nos des-hacemos un género en las sombras del binarismo, y al de(sen)canto de los archivos de los activismos de la disidencia sexual, hechos, recolectados y revisitados a mano cuando se rajan del ideal de luz, brillo y transparencia? Ahí se abre entre las letras de la disidencia sexual una deflexión de las imágenes que provocan un estremecimiento, más que impactar de frente. Contra el higienismo moderno que cultivó la oposición entre mirar y tocar/ser tocadx, val flores labra un jardín desértico y fugitivo donde se enredan la vista con el tacto y la propiocepción, cultivando una háptica escritural que figura un pensamiento de lo tangible y lo tangencial.
Esas preguntas que agujerean, esas operaciones de las palabras que se meten en la piel, esas provocaciones de las imágenes, en su práctica háptica, ensayan modos de hacerse una de-morada apoyada sobre la aleación somática del mirar con el tocar. Escribir –y leer– en los márgenes, en este borde que es la piel que se «calienta» de excitación, de bronca, de calentura, del deseo fogoso y pertinaz de seguir rozando este mundo con el corazón roto.
marie bardet, enero 2021
Notas al pie:
1. «Algunas de nosotras no tenemos opción, les digo siempre a mis estudiantes. Algunas de nosotras tenemos que escribir, para encontrarle un sentido al mundo. Escriban sus obsesiones, sus miedos, sus curiosidades y necesidades. Pueden decidir más tarde si publicar o no, les digo, cuánto y por qué. Y mientras les digo esto, sé que les estoy tendiendo una trampa –la misma en la que caí yo. Escribir sigue siendo revolucionario, escribir sigue teniendo que ver con cambiar al mundo», Dorothy Allison, Escribir sobre sexo. Traducción: Gabriela Adelstein, Buenos Aires, 2020. Publicado originalmente como “Sex Writing, the Importance and the Difficulty” en Allison, Dorothy: Skin. Talking About Sex, Class, and Literature, Firebrand Books, 1994.
2. val flores, Tropismos de la disidencia, ed. Palinodia, Santiago de Chile, 2017.
3. val flores, Una lengua cosida de relámpagos, ed. Hekht, Buenos Aires, 2019.
4. Friedrich Nietzsche, ¿Cómo se filosofa a martillazos?, ed. Biblioteca virtual universal, 2006. Disponible en https://cutt.ly/Vc5ngJ7
Hola, cómo están? Les pido recomendaciones para regalarles a mis sobrines de 11 y 13 años. Como referencias les cuento que el de 13 es fan de Harry Potter y de comics. La de 11 leyó Caídos del mapa. Son lectores.
Me gustaría regalarles novelas o cuentos. Pensé en Lliliana Bodoc para ella. Pero quisiera que me recomienden ustedes. Miles de gracias. Nos vemos.
Libre de virus. http://www.avast.com
Hola Indira como estas? Te recomendamos estos tres: la sagas de Las Super 8, Estrambóticos y Amuleto. Te dejo los links para que mires más info sobre los libros. Por otro lado en la tienda hay una seccion que se llama juventudes y ahí podes ver más: https://tienda.lalibre.com.ar/juveniles/
Las super 8: Verano. Un camping abandonado. Un grupo de chicas desconocidas se ven obligadas a pasar las vacaciones juntas. En unas viejas latas de películas Super 8 descubren un misterio largamente escondido por los padres. A través de un bosque y tras el rastro de la perra Ofelia, las chicas encuentran la pista que faltaba y así comienza la gran amistad de las Súper 8.
https://tienda.lalibre.com.ar/productos/las-super-8-un-misterioso-comienzo-melina-pogorelsky/?utm_source=nube_keyboard&utm_medium=product_share&utm_campaign=nube_keyboard
Los estrambóticos
Ángel tiene dos pasiones: cocinar y razonar. Mei Ling adora dibujar y crear historietas. Algunos los consideran raros. Ellos tienen cosas más importantes que atender. Por ejemplo, encontrar al misterioso hombre que robó el clarinete de su amiga Dina. Entre recetas de cocina y superhéroes, Ángel y Mei enfrentan un caso con condimentos inesperados que pone a prueba su amistad.
https://tienda.lalibre.com.ar/productos/los-estramboticos-musica-para-detectives-nicolas-schuff-jimena-tello/?utm_source=nube_keyboard&utm_medium=product_share&utm_campaign=nube_keyboard
Amuleto
Después de la muerte de su padre por accidente, Emily, su hermano y su madre se mudan a la vieja casa familiar donde vivía el abuelo tiempo atrás. Rapidamente empiezan a rodearles los sucesos extraños entre los cuales se encuentra la desaparición misteriosa de uno de los miembros de la familia, el cual les llevará a introducirse en un nuevo mundo, totalmente desconocido y fantástico, habitado por hostiles criaturas, contarán con ayudas inesperadas y su vida cambiará para siempre. La historia es completamente fantástica y recibe su nombre gracias al amuleto mágico que lleva Emily, el cual le aportará un gran poder y aconsejará acerca de cómo continuar su camino.
https://tienda.lalibre.com.ar/productos/amuleto-1-el-guardian-de-la-piedra-kazu-kibuishi/?utm_source=nube_keyboard&utm_medium=product_share&utm_campaign=nube_keyboard
Esperamos que te gusten.
Besos!!!