Novena entrega de Reseña Breve de nuestro ruiseñador, esta vez, La vida invisible de Sylvia Iparraguirre:
Hay quienes promueven la lectura bajo el entendimiento de que debería ser un hábito. Si creyéramos lo mismo, diríamos que en este libro Sylvia Iparraguirre cuenta la historia de su hábito lector. Nada más alejado del contenido de este libro que ese concepto de la lectura.
Abelardo Castillo, con quien Sylvia compartió gran parte de su vida, dijo que la lectura le había dado indudablemente un conocimiento de sí mismo. Gramsci entendía la cultura como el conocimiento simbólico que una comunidad creaba para acercarse a su condición en el mundo. Sylvia cuenta cómo, a través de un libro, entendió que su destino y el de todos es, por lo menos, una cierta incomunicación y una soledad que puede hallar refugio en la voz impresa.
Este libro autobiográfico es un libro de reflexión sobre la literatura y, sobre todo, de descubrimientos. El primero, que ya mencionamos, es el del yo y de lo que lo trasciende. Pero lo que Silvia implícitamente deja plasmado es que el descubrimiento del yo es también el descubrimiento del otro. Es famosa la frase de Sartre al respecto (“el infierno son los otros”); tal vez ese descubrimiento no siempre es desdichado, y el otro puede ser también alguien que nos libera de los otros, y el libro, tal vez, pueda ser esa liberación.
Sylvia llama “vida invisible” a todo lo que le fue dejando la lectura y que no hallaba cauces en la comunicación cotidiana con el mundo. Todos tenemos una vida invisible, leamos o no. Uno de los rasgos diferenciales de la literatura es que no le interesa la vida visible, y que solo se ocupa de lo que no ha sido expresado. De ahí el acierto del título de este libro. La vida invisible es ese espíritu que todos poseemos, hecho de pasiones y de ideas que nos formaron y que formamos y con los que nos vivimos y vivimos a los otros, y que suele hallar una expresión más o menos adecuada en algunos libros.
Con el correr de las páginas, el lector descubre con la autora las imágenes de la vida que nunca llegamos a descifrar enteramente: el amor, la muerte, el absurdo sentido de las cosas, la esperanza y la felicidad, la palabra propia y la palabra del otro, la incertidumbre y el caos del universo, el verdadero sentido de la justicia y las falsas ideas que la historia creó para ocultarlo.
Lo que finalmente descubre la autora de este libro es que la literatura se compone de diversas formas que cobran las experiencias humanas de la vida. Y Sylvia recuerda la suya, analíticamente, a través de los libros que leyó, y toma conocimiento de las vidas de los otros, desde tiempos antiquísimos hasta las que se proyectan distópicamente en futuros lejanos, o no tanto. Acaso el acto mágico de la lectura que pone en evidencia este libro es que cuando uno lee se vive a sí mismo, vive a los otros y vive, en definitiva, la historia de la humanidad.
