Un estudio de uno de los más renombrados historiadores argentinos sobre cómo se constituyó una de las clases con más poder e influencia en la historia argentina, la clase que concentra uno de sus principales recursos: la tierra.
Dice la contratapa:
“Ya antes de alcanzar esa incomparable opulencia, las clases terratenientes habían comenzado a ser reconocidas como el núcleo más sólido de la oligarquía, el establishment político que hasta 1916 tuvo control total del Estado y que aun después continuó imponiendo sus severas normas sobre muchos aspectos de la vida nacional.”
Podríamos hoy, ya que hay un intento de derogar la ley de tierras, para que las tierras no sólo estén concentradas en manos nacionales sino también en manos extranjeras, hacernos la siguiente pregunta: ¿lo que está en discusión es Estado sí o Estado no, o quién toma el control del Estado? Los poderes económicos concentrados no pretenden la abolición del Estado, sino su control absoluto, ya que el marco jurídico que pretenden imponer (que se sostiene en las fuerzas del Estado) está concebido para garantizar esa concentración. Sin el Estado, de hecho, esa concentración sería imposible.
Este libro nos muestra cómo las clases que pretenden monopolizar recursos naturales y económicos se sirven del Estado para lograrlo. Aunque suene paradójico, en sus inicios el Estado tuvo ese objetivo, a través de la clase que se examina en este estudio. En la actualidad, y dada la mutación del mundo, las clases que pretenden apropiarse del Estado, bajo el curioso lema de que el Estado no debería existir, ya no son nacionales, y algunas de ellas ni siquiera pertenecen a una Nación. La paradoja se resuelve fácilmente: el Estado no debería existir para atender a las necesidades populares, sino a las ambiciones de los grupos concentrados de poder.
Reseñó: Martín Marchione
La Libre 